Hace no muchos años que la fiesta principal del pueblo de Poturo, el festejo del 30 de septiembre, todavía tenía vestigios del esplendor de los años setentas. Era la fiesta más esperada por los lugareños. Había mejores condiciones por las que las personas, no solo del pueblo sino de localidades circunvecinas, podían asistir y disfrutarla sin que hubiera motivos para temer por su seguridad.
En El Salitre vivía Adán Lozano, localidad distante de Poturo unos 10 kilómetros. Ya hacía unos días que había hecho sus preparativos para acudir a esta festiva ocasión, y una vez que había llegado la tan ansiada fecha, Adán se arregló, se puso sus mejores atuendos hasta estar listo para partir.
Su mamá al verlo tan ocupado en su arreglo personal lo interpela preguntándole a qué se debía su acicalamiento aunque ya sospechando que se disponía a ir a la fiesta del 30 a Poturo:
"_¿A donde vas?
"_Voy a ir a Poturo amá_.
"_Si Dios quiere vas a ir, si no, no"_Lo corrige haciendo una referencia profundamente religiosa sobre la voluntad de Dios. A lo que Adán contesta:
"_No, amá, ¡Quiera Dios o no quiera yo voy a Poturo a la fiesta!
"_Ándale pues, que Dios te cuide_Le dice doña Catalina no sin tener un dejo de molestia por la respuesta de su hijo.
Así que Adán agarra su rumbo, y empieza a caminar con la esperanza de que alguna camioneta lo alcanzara para pedirle raite.
Ya había caminado unos dos kilómetros y todavía no lo alcanzaba ningún vehículo. Dicho sea entre paréntesis, en el momento que ocurrió este incidente ya había pasado la época en que toda la gente se movía a caballo, por eso es que Adán esperaba que un raite lo llevara a su destino.
Adán pues, ya iba imaginando la algarabía de la fiesta, ya se imaginaba degustando una bebida con sus amigos, y se imaginaba presenciando las hazañas de los jinetes en el jaripeo y las escenas en el baile porque esa vez tocaría un grupo muy conocido.
En eso iba, cuando en una parte del camino, donde a un lado había un muro de piedra y del otro un paredón, estaba una vaca que por alguna razón no estaba muy de buenas.
"_!Vaaacaa!_Gritó esperando que se hiciera a un lado y que lo dejara pasar. Pero la vaca en vez de hacer caso a sus deseos se puso más furiosa y empezó a bufar con furor y a mover las astas.
Cuando Adán vio que aquel animal enfurecido se abalanzaba sobre él se resbaló y cayó al suelo, y allí la vaca le propinó unos golpes con sus cuernos.
Adán gritaba:
"_!Vaacaa, vaacaa!_Y hacía intentos por incorporarse pero la vaca no lo dejaba, en una de esas recibió un golpe en la cabeza que por la adrenalina del momento no sintió tanto.
Finalmente, por alguna razón la vaca desistió de seguir agrediendo a tan atribulado ser humano y se alejó corriendo, pero para eso Adán estaba ya muy maltrecho, sucio, enterregado y sin condiciones ya para ir a la fiesta.
Se levantó y empezó a caminar sobre sus pasos de regreso a su casa, frustrado y maldiciendo a ese animal que había boicoteado sus planes.
Al llegar a su casa su mamá alarmada le preguntó qué había pasado. Le contó lo que sucedió y doña Catalina como toda buena madre se puso a curar sus raspones y a ponerle compresas en las contusiones.
Entonces, por ese día, no fue posible asistir a la fiesta. En la frente tenía un chipote que no quería mostrar, así que, muy a su pesar, no tuvo más alternativa que quedarse en su casa.
Al día siguiente, una vez aliviado de sus heridas se repitió otra vez la escena: Adán se arregló otra vez y cuando ya se disponía a salir, le dice a su mamá:
"_¡Amá, ya me voy a la fiesta!
"_¡Si Dios quiere hijo!
"_Si amá, si Dios quiere, ¡y la vaca también!
Autor: Felipe Santacruz.
Jajajaja muy buen cuento
ResponderBorrarMuy bueno, ***** 5 estrellas!
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