lunes, 6 de mayo de 2024

Un Idilio a Través de la Guerra. Novela Histórica de la Tierra Caliente de Michoacán.


 Este es el primer video de una serie de ocho que trata sobre una Novela de Eduardo Ruiz, en donde las escenas principales se desarrollan en la hacienda de Puruantzitiro, que estaba ubicada en Ojo de Agua de Poturo.

Resulta que al estar buscando libros en una librería de libros usados ubicada precisamente en la calle Eduardo Ruiz, en el centro de Morelia, entre montañas de libros, quizás por suerte, encontré un ejemplar del tomo III de Obras de Eduardo Ruiz. Lo leí un poco antes de comprarlo y de inmediato me di cuenta de la importancia de esta obra para nosotros quienes vivimos en esta parte de Tierra Caliente.

En el transcurso de la lectura de esta novela (en este caso audionovela) podrán darse cuenta de las costumbres de esa época, su estilo de vestir, la música que les gustaba, y describe la situación política de esa época. Un tiempo en que gobernaba al país Benito Juárez, en el marco de la segunda intervención francesa en México.

Las escenas más importantes de la novela se desarrollan en Ojo de Agua de Poturo, y fue de mucha sorpresa para un servidor descubrir el nombre indígena de esta localidad que en ese tiempo todavía se le conocía con ese nombre: Puruantzitiro, que por alguna razón se ha olvidado; hay que decir que el nombre Puruantzitiro significa básicamente lo mismo.

Así que, te invito a que escuches esta novela que está en mi canal (si todavía no lo haces). He aquí los enlaces de los demás episodios:

 










martes, 23 de junio de 2020

La leyenda del cerro Tzicuindio


Esta leyenda la contaba don Chema de la Cruz a sus hijos y nietos, quien transmitía de generaciones anteriores esta historia sobre ese cerro que, majestuoso y prominente, se alza al sur de Poturo, como un coloso que resguarda a nuestro pueblo.
Tal vez la memoria me falle un poco a la hora de escribir la leyenda, pero va más o menos así:

“Hace muchos años, cuando llegaron los primeros pobladores a estas tierras donde ahora está ubicado el poblado de Poturo, vieron que era un buen lugar para vivir, porque había un arroyo o un pequeño río que siempre llevaba agua, el arroyo Poturo o arroyo Grande. Allí se establecieron en las cercanías de ese arroyo, felices de tener agua limpia y abundante todo el año. En el tiempo de lluvias empezaron a trabajar la tierra para cultivar el maíz y la calabaza, y en tiempo de secas cultivaban jitomate y chile. También plantaron el cacao para hacer chocolate, allí en las orillas del arroyo Poturo plantaron los árboles de cacao, así como mameyes, anonas y piñas, entre otros árboles frutales.

Para ese tiempo el cerro Tzicuindio todavía no tenía nombre. Lo veían como algo que inspira admiración y respeto. Sin embargo, la vida tranquila que llevaban se vio perturbada cuando empezaron a avistar unas enormes serpientes aladas que emprendían el vuelo desde el cerro. Esas serpientes tenían especial predilección por salir cuando empezaba una tormenta, cuando se nublaba y empezaba a llover, entre los truenos y relámpagos, salían las serpientes emprendiendo el vuelo, y si la gente estaba en el campo cultivando el maíz, tenían que correr a buscar un refugio para guarecerse. Si alguno de ellos se descuidaba llegaba una de esas gigantescas culebras, lo tomaba con sus enormes garras y se lo llevaba para comérselo.

Ante estos espeluznantes sucesos la gente que en ese entonces habitaba en Poturo empezaron a reunirse para buscar la forma de acabar con esa amenaza que los tenía siempre en constante temor.
En la primera vez que se reunieron alguien propuso encontrar el nido donde tenían su guarida y matarlas cuando estuvieran dormidas. Se organizaron los hombres más valientes, subieron al cerro Tzicuindio y al estar buscando su nido se percataron que estaba en un peñasco inaccesible. Para ellos era imposible llegar hasta allí. Así que bajaron e informaron a la asamblea la situación.


Entonces hubo alguien que propuso hacer una especie de sacrificio, llevarles a un ser humano para que se alimentaran y mantenerlas apaciguadas. Así lo hicieron por un tiempo. Algunos de ellos tenían que ofrecerse para ser llevados y voluntariamente enfrentarse al terrible destino de ser devorados. De esa forma podían tener unos días más de calma porque después de comer a un hombre por un tiempo las serpientes se quedaban quietas mientras hacían la digestión. Pero vieron que esa no era una solución permanente.

Entonces, en otra reunión, se propuso enfrentárseles y atacarlas con cuchillos. Se aprobó esa propuesta y se pusieron a elaborar unos cuchillos especiales para dicha misión. Dejaron de llevarles sacrificios y esperaron a que salieran cuando tuvieran hambre.
Los hombres más valientes, los que ya se habían preparado para pelear, estuvieron al acecho, esperando a que salieran. Cuando por fin salieron, se enfrentaron a ellas con increíble osadía, sin embargo, no tuvieron éxito porque perecieron desgarrados por las filosas garras que tenían.


Ante este fracaso se reunieron otra vez para deliberar entre todos el problema, y a uno de ellos, un anciano de avanzada edad, se le ocurrió la idea de utilizar unos chiquihuites para evitar las filosas garras de las culebras. Les pareció buena la idea, y planearon cómo ejecutarla.

Hicieron el plan de que, en el siguiente enfrentamiento con los temibles reptiles alados, correrían a meterse a los chiquihuites con la intención de ser devorados dentro de ellos y así evitar ser desgarrados como la anterior vez.


Otra vez esperaron a que salieran, y cuando las serpientes se aproximaban volando para atrapar a sus presas, los hombres corrieron a meterse a los chiquihuites llevando consigo sus cuchillos. Las serpientes los devoraron con todo y chiquihuite. Ya estando en el vientre de las culebras, salieron de ellos y las apuñalaron desde dentro logrando matarlas de esa manera.

Grande fue el regocijo de los habitantes de Poturo, cuando por fin lograron acabar con la amenaza constante de esas serpientes que asolaban la región.

Con esos mismos cuchillos se pusieron a desollarlas para guardar sus pieles las cuales exhibían como un recuerdo de tan extraordinaria proeza, y fue por eso que le pusieron al cerro el nombre de Tzicuindio”


Esta es la leyenda del cerro del Tzicuindio. Para los que no saben qué es un chiquihuite, es un recipiente hecho con tiras de una especie de bambú que acá le decimos otate. Se pueden hacer grandes de tal manera que pueda caber una persona. Y como el otate es muy fuerte y resistente era la solución ideal del problema.

La investigación del significado de la palabra Tzicuindio la realizó el Doctor Ibrahim Santacruz Villaseñor quien entrevistó al Profesor purépecha Manuel Tzintzuni. 

El profesor Tzintzuni dio el siguiente significado de la palabra Tzicuindio: significa “desollar o quitar la piel con un cuchillo”, lo cual coincide con la leyenda de las serpientes del Tzicuindio.
La idea original de la leyenda es de Armando de la Cruz Lozano, quien escuchaba esta leyenda cuando su abuelo, Don Chema de la Cruz, se la contaba cuando era un niño.

viernes, 7 de febrero de 2020

Producción de tinta de añil en Poturo.

En este vídeo se describe el procedimiento que realizaban para extraer la tinta de la planta del mismo nombre para producir tinta de color azul índigo. Actividad que se realizaba en esa época en Poturo.




Epidemia en la región de tierra caliente (Video)

Este es el vídeo que trata sobre la visita de un funcionario del gobierno virreinal, Baltazar Dorantes de Carranza, quien hizo un censo de la población que había en la ruta de La Huacana a Churumuco en el año de 1605, donde encuentra a solo 13 habitantes en esta localidad de Poturo. Este censo lo realiza poco después de que hubo una epidemia y las personas que encuentra son los sobrevivientes que quedaron de esa enfermedad.



Erupción del volcán de Jorullo (Video)

Erupción del volcán Jorullo el 29 de septiembre de 1759.





Les comparto el vídeo que hizo un servidor acerca de la erupción del volcán Jorullo que causó un desastre en el área de los alrededores del volcán. Los registros históricos dicen que la gente que vivía en un radio de unos 30 kilómetros de dicho volcán tuvieron que huir para alejarse del peligro y buscar donde sentirse seguros, quedando Poturo dentro de esa área de desastre.



sábado, 12 de octubre de 2019

Escritores de la región.

Por este medio quiero hacer un reconocimiento a dos escritores de la región de Tierra Caliente que abarca lo que es Huetamo y San Lucas. Al leer sus obras me he inspirado para hacer lo propio referente a esta parte de esa misma región pero lo que corresponde a Churumuco y el pueblo de Poturo. Al pasar por Huetamo siempre procuro comprar un libro o un periódico más de ellos. Espero conocerlos un día personalmente.
A Sergio Benítez Rojas, escritor, cronista e historiador de la región de Huetamo. Escribió los libros Dolores, Don Rufino entre otros, creador de varias revistas, como Crónicas de mi Pueblo, El Guache y Huetamo.
A Viliulfo Gaspar Avellaneda, cuya obra se centra principalmente en San Lucas. Autor de los libros: Relatos y Leyendas de Tierra Caliente, El Zopilote y los Bandidos de Malpaso, Dichos y Comodijos. Fue fundador del periódico San Lucas.
A ellos mis saludos, que espero que de alguna forma les lleguen.
Hago mías las palabras de Sergio Benítez que escribió en una de sus revistas: "Y mientras haya vida, seguiremos adelante; a manera de mientras y en base a lo realizado, podemos decir que nuestra vida no ha sido en vano" (Crónicas de mi pueblo. Año I. Diciembre de 2014)

jueves, 21 de marzo de 2019

XV Aniversario del CECYTEM Poturo

Hoy 21 de marzo de 2019 se celebró un aniversario más del CECYTEM Poturo, en donde se destacó la importancia de la educación para el desarrollo tanto a nivel personal como de una comunidad y de la sociedad en general.
Asistieron personas que se han destacado en lo académico que son originarios de esta comunidad de Poturo, municipio de Churumuco, Mich. El Dr. Egberto Bedolla Becerril, catedrático de la Universidad michoacana, El Dr. Ibrahim Santacruz Villaseñor, Director de la Facultad de Economía de la Universidad Michoacana, y el Dr. Homero Reyes de la Cruz, catedrático en la misma Universidad.

El Dr. Homero Reyes de la Cruz, dando una conferencia en la casa ejidal de la comunidad.

Inauguración de la obra de construcción de un desayunador en las instalaciones del CECYTEM.

Mesa del presidium


El Dr. Egberto Bedolla Becerril recibiendo un reconocimiento.




El Dr. Ibrahim Santacruz Villaseñor, El Dr. Egberto Bedolla Becerril y el Lic. Rodimiro Barrera Estrada, Presidente municipal.

sábado, 18 de noviembre de 2017

El añil, una planta que se dejó de cultivar en Poturo


¿Sabían que hubo una época que en Poturo se cultivaba en grandes cantidades una planta que ahora ni la conocemos? ¿Sabían que en Poturo tenemos unas ruinas de la época colonial? 
Hace unos años les tomé unas fotos las cuales les muestro a continuación:






Se encuentran ubicadas al noroeste del pueblo de Poturo. Las personas de mayor edad las llaman las pilas del añil. Por lo que en base a estos testimonios podemos afirmar que se utilizaban para procesar las plantas de añil y extraer una tinta que se utilizaba para teñir o darle color a las telas.
    La palabra añil se utiliza tanto para identificar a una planta como a un colorante, azul índigo, que empezó a utilizarse de manera industrial en Europa en la época que los españoles colonizaron estas tierras y que utilizaban para teñir telas cuyo mayor auge fue en el siglo XVIII, así que en base a estos datos estas pilas es muy posible que hayan sido construidas en el siglo XVI o XVII cuando empezó la demanda de este producto en Europa. 
    La planta del añil (Indigófora tinctórea) es un arbusto que crece de 90 a 180 cms de altura que se da muy bien en suelos arenosos no muy húmedos y siempre cercas de ríos o arroyos, por lo que es fácil suponer que esta planta en Poturo se cultivaba en las tierras aledañas al arroyo Grande, es muy posible que en los terrenos donde estaba la huerta de mango en ese tiempo se dedicaba para cultivar el añil.
    Esta planta se sembraba cuando caían las primeras lluvias, cuando alcanzaba unos 30 cms de altura los peones se ponían a desyerbar para que creciera libre de maleza y después de eso no necesitaba más cuidados. Al segundo o tercer año de crecimiento de la planta ya estaba en las condiciones óptimas para la cosecha.
    El tinte llegó a ser tan valioso como para construir estas instalaciones de mampostería que muestro en las fotos, instalaciones que en la época virreinal llamaban "obrajes" y se construyeron en un punto cercano al arroyo Grande porque el proceso de extracción requería agua en abundancia (Noten en una de las fotos el canal por donde se suministraba el agua)
     Para procesar la extracción de la tinta se requerían tres pilas adyacentes con dimensiones específicas. Para el repellado no utilizaron cemento sino una mezcla de tepetate, cal, arena y agua ya que estos materiales resistían con mayor eficiencia las condiciones del proceso de extracción, además tenían que utilizar agua caliente por eso el grosor de las paredes de las pilas eran para soportar altas temperaturas.
    La extracción del añil es un proceso físico químico que requería de los siguientes pasos:
    Paso 1: Las ramas del añil tenían que meterse en la primera pila aún frescas por lo que la plantación tenía que estar cercas de las pilas. Cortaban las ramas temprano por la mañana y tan pronto como fuera posible las metían en esta pila y allí las dejaban de 15 a 17 horas. A este primer paso le llamaban "remojo". En este primer paso es donde se producía la fermentación de la planta que hacía desprender el color azul. Había una persona experta a la que le llamaban "puntero" y era quien dirigía toda la operación ya que este proceso requería de tiempos específicos. Si se tardaba un poco más o si se pasaba al siguiente paso antes de tiempo se echaba a perder todo.
    Paso 2: Cuando la fermentación llegaba a su punto ideal el puntero ordenaba traspasar esa agua a la siguiente pila, para lo que quitaban un tapón que llamaban "bitoque" y una vez llenada la segunda pila con agua azul procedían a batirla con unos remos de madera para lograr que el tinte se precipitara al fondo de la pila. A este segundo paso le llamaban "batido". Este batido consistía en golpear el agua constantemente. El puntero estaba pendiente del proceso y en el punto exacto ordenaba pasar al paso 3. Si se pasaba de cierto punto se perdía el trabajo, por eso en ese puesto se requería una persona que tuviera experiencia en ese trabajo.
    Paso 3: La tercera pila era más pequeña y no estaba comunicada con la segunda, por lo que tenían que trasladar la tinta manualmente de la segunda pila a la tercera. Allí pasaban la tinta por una especie de colador para filtrar la basura, tierra, arena, etc. que llevaba la sustancia y allí dejaban ese material por un día. A este paso le decían "colado".
    Paso 4: Sacaban el agua de la tercera pila y el sedimento que había quedado al fondo de la pila lo recogían con recipientes, lo echaban en trozos de tela para escurrir el agua hasta dejar el producto resultante como pequeños bloques de adobe fresco a los que llamaban "panes".
    Paso 5:  Los panes frescos se ponían a secar al sol sobre unas tablas durante unos siete días.
    Paso 6: Por último preparaban la tinta para su fácil transportación.
    Así que podemos imaginar cómo es que cargaban este producto en mulas para su traslado final hasta España que es a donde el hacendado de Poturo lo enviaba para su comercialización.
    Un aspecto importante que cabe mencionar es que el proceso de la obtención del añil era perjudicial para la salud del obrero debido a las emanaciones tóxicas que producía y cuando tenían que extraer manualmente la tinta de la segunda pila a la tercera. Esto se menciona en la Ordenanza Real de 1610:
     "...en este beneficio enferma y muere mucha gente por ser tan fuerte esta yerba que de solo entrar las manos o los pies en el agua donde esta la oja quando se han de sacar los palos o piedras conque esta devajo de la agua y la misma yerba se les comen y canceran las carnes y despues estando golpeando el agua lebanta vn humo tan malo que penetra los sessos y causa otros daños conque se an consumido muchos indios en las partes donde se beneficia este anir..."
Fecha en San Lorenco el Real de nouiembre de mil seiscientos y diez años.
Yo el Rey
Por mandado del Rey Nuestro Señor. Juan Ruiz de Contreras.
   
Así que, paisanos, cuando visiten estas ruinas seguramente esta información les servirá para apreciarlas mejor.


Artículo escrito por Felipe Santacruz.