MONOGRAFÍA DE LA TENENCIA DE POTURO, época prehispánica.

Por Felipe Santacruz Villaseñor
 
Poturo es una palabra al parecer de origen puhrépecha, y su significado es, según dicen algunos, “Lugar entre arroyos”, otros dicen que significa “Lugar de maíz tierno”.  Una tercera opinión es que significa “Arroyo Grande”.
 
El hecho de que el nombre puhrépecha del pueblo haya permanecido sugiere que Poturo ya existía como asentamiento humano desde tiempos prehispánicos, esto significa que tiene una antigüedad de por lo menos 600 años.
 
LOS PRIMEROS POBLADORES
 
Se sabe  poco sobre  los primeros pobladores de Poturo. Pero por estar ubicado relativamente cercas de Inguarán, que era una mina que se explotaba desde la época precolombina, y por contar con abundante agua porque por allí pasaba un arroyo de aguas permanentes, el arroyo Grande, es lógico afirmar que ya existía como asentamiento humano desde que llegaron los primeros pobladores de este continente.
 
Los arqueólogos han encontrado vestigios de estos antiguos cazadores que llegaron a esta región atraídos por el gran número de venados, codornices y perdices que había.
 
Los segundos que llegaron a estas tierras fueron unos grupos de agricultores que se establecieron en la región. La doctora Isabel Kelly documentó un importante hallazgo que hizo de trastes que pertenecieron a estos hombres que se cree que vivieron en esta región de Tierra Caliente alrededor del año 500 de nuestra era. La cerámica que hicieron se caracteriza por estar desprovista de color.
 
En el siguiente periodo de la historia de la región de Tierra Caliente, el periodo Delicias, se especializaron en hacer una cerámica roja sobre café y roja sobre amarillo y en la construcción de tumbas.
 
En el periodo Apatzingán, se distinguieron por hacer una cerámica incisa, lisa y roja sobre café, además por sus estructuras de piedra, los espejos de pirita y los adornos de concha. Esta estirpe de hombre tal vez era de origen tolteca. Es muy posible que estos hayan sido los primeros habitantes de Poturo porque las evidencias arqueológicas muestran que trabajaban la metalurgia.
 
La ausencia de transición entre un estilo y otro parece indicar que la región no estuvo poblada de manera permanente desde que llegaron los primeros pobladores, sino que sufrió despoblaciones por epidemias o por desastres naturales.
 
Después llegaron los nahuas y se establecieron en la región terracalenteña, estos eran artífices de una cerámica  roja sobre café, roja sobre naranja y policroma, de molcajetes, pipas, incensarios, braceros y algunos utensilios de cobre.
 
Los nahuas ya estaban logrando avances tecnológicos importantes cuando al norte, en la “tierra fría”, los purépecha constituidos en imperio comenzaban a expandirse. Para el siglo XV el imperio puré ya había sometido cacicazgos tanto próximos y parientes como distantes y de distinta lengua.
 
Hasta que se llegó el día que los purépecha invadieron Tierra Caliente, lanzando fuertes alaridos lograron someter a los nahuas e instalaron caciques en cada una de los principales pueblos de la región terracalenteña: Tepalcatepec, Arimao, Apatzingán, La Huacana y Sinagua.
 
Así que, si había nahuas viviendo en Poturo, seguramente se vieron obligados a entregarles tributo a los purépecha, tuvieron que entregar parte del producto de la tierra: maíz, chile, vasijas de barro, mantas de algodón y unas “calabazas pintadas que llaman xícaras”.
 
El Irecha o Cazonci debe haber difundido el culto a Curicaueri e hizo que se impusiera el idioma puré. Quizás propició también el comercio con las tierras frías y templadas dando como resultado el surgimiento de un camino que servía para conectar al imperio puré con la Tierra Caliente y la costa; este camino pasaba por Poturo, bajaba a Churumuco, a Sinagua, y de ahí bordeaba el río Balsas hasta llegar a la costa.  
 
Existe evidencia documental que muestra que los purépecha explotaban la mina de Inguarán; es muy probable que para el tiempo de la conquista purépecha los nahuas ya estaban extrayendo mineral para hacer sus utensilios de cobre, de manera que los poturenses de ese entonces tal vez fueron obligados a trabajar en la mina de Inguarán para proveer de este mineral a ese imperio.
 
BIBLIOGRAFÍA:
JOSÉ EDUARDO ZÁRATE HERNÁNDEZ; La Tierra Caliente de Michoacán; El Colegio de Michoacán A.C., 2001.
ENRIQUE FLORESCANO; Historia General de Michoacán; Instituto Michoacano de Cultura.

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