MONOGRAFÍA DE LA TENENCIA DE POTURO,época colonial.

Por Felipe Santacruz Villaseñor
 
Se sabe que desde la época prehispánica pasaba por Poturo el camino que conectaba a la capital del señorío tarasco con la costa. Ya en tiempos de la colonia se siguió usando ese mismo camino que recibió el nombre de “Camino Real”, el cual servía para llegar hasta Zacatula, en la costa, y de ahí a Acapulco a donde llegaba la Nao de China. Así que Poturo era un lugar de descanso y/o de aprovisionamiento para los arrieros que llevaban las mercancías a las ciudades de la Nueva España. Hasta la fecha los ancianos todavía señalan los sitios exactos por donde pasaba dicho camino. 
 
Al establecerse el sistema colonial español en esta región, Poturo pasa a formar parte de la Encomienda de La Huacana, entregada en 1528 al conquistador Juan Pantoja, quien vino a Michoacán en la expedición de conquista a cargo de Cristóbal de Olid.
 
En el año de 1605, el Conde de Monterrey, virrey de la Nueva España, comisiona  a Baltasar Dorantes de Carranza, para que visite la región de La Huacana y lleve a cabo la política de ese entonces de congregar pueblos; para lo que hace un recorrido desde La Huacana hasta Churumuco pasando por Poturo, y hace una descripción de los lugares donde podría concentrarse la población de los alrededores que era escasa en ese entonces.
 
Para la visita de este funcionario Poturo se llamaba Phumacopeo, como lo hace constatar en su informe. Podemos afirmar esto sin lugar a dudas por la descripción que hace y porque menciona que estaba distante de la mina de Inguarán a dos leguas.

La legua era una antigua medida de longitud española que equivalía a 5,000 metros, lo que nos da la distancia que hay desde donde está el actual casco de la hacienda de Poturo hasta las minas de inguarán.

 En su informe menciona que el arroyo Grande, que corría todo el año desde El Ojo de Agua se llamaba Puturo. De alguna manera llegó el momento que esta localidad adoptó el nombre del arroyo y el nombre Phumacopeo fue olvidado.

Esta información está basada en el documento de Baltasar Dorantes de Carranza que todavía existe en el Archivo General de la Nación. En este documento describe a Phumacopeo (hoy Poturo) de la siguiente forma: “Sujeto de La Guacana y a seis leguas de su cabecera, donde asiste su beneficiado. Tierra muy caliente y de muchos mosquitos; está en el remate y fin de un llano largo abarrancado por la una parte y por la otra cerros y lomas en una angostura, abochornado entre árboles sin provecho de vista y asiento triste; beben del arroyo Puturo; tienen algunas cementerillas de maíz y algunos platanales; no es pasajero; son 13 tributarios y medio de lengua tarasca; dista tres leguas de Enguarán y dos de la mina. Isósceles la notificación que a los demás.”

En su informe, uno de los sitios donde sugiere que se concentre la población circundante es donde ahora está El Ojo de Agua, un poco antes del puente yendo de Poturo; al parecer todavía no vivía nadie allí, porque no menciona a ningún habitante. Hace la siguiente descripción: “Es en un llano corto prolongado en forma de manga, angosto, y que por alguna parte se ensancha más, todo corto entre picos de grandes cerros muy altos que tienen el dicho asiento en lo profundo y bajo; lleno de muchos palmares silvestres en que se puede dar forma a una población de poca gente; tiene el arroyo grande de Puturo, de agua perpetua; parece ha sido lugar por su disposición y aguas donde estaban las huertas que cita al parecer de Pedro Pantoja en la consulta de Pazcuaro.”

La visita de este funcionario de gobierno se hace poco después de que una epidemia asoló la región, por lo que, desde la Huacana hasta Churumuco solo menciona las siguientes localidades con habitantes: La Huacana con 58 habitantes, Inguarán con 9 habitantes, Phumacopeo (hoy Poturo) con 13 habitantes y Churumuco con 75 habitantes.

Dorantes encuentra en San Martín a solo un habitante, donde poco antes había 51, pero murieron 40 por causa de la epidemia, 10 huyeron a Santiago (un poblado que estaba a dos o tres kilómetros del viejo Churumuco y que tal vez después cambió de nombre o desapareció), quedando solo uno que sobrevivió a la enfermedad. El hecho de que mencione a una localidad con un solo habitante sirve como referencia para creer que en ese tiempo localidades como Las Juntas, El Olvido, Ojo de Agua, La Candelaria, Flores, etc.. todavía no existían como asentamientos humanos o bien en ese tiempo estaban despoblados.

En el siglo XVIII Poturo era propiedad de José Andrés Pimentel, rico comerciante y regidor de Pátzcuaro, quien además era propietario de las tierras de San Pedro Jorullo, Cuimbo, Ojo de Agua de Zapoturo, San Nicolás, Las Trancas, El Chocolate, Potrero de Corpus y El Espíritu Santo. Sin embargo, en esa época San Pedro Jorullo era la localidad más importante, ya que allí estaba ubicada una de las haciendas más ricas y prósperas de la provincia de Michoacán, donde se producía principalmente caña de azúcar, arroz, algodón y añil. Poturo solo era un rancho anexo de esta hacienda.
 
En el año de 1759 hace erupción el volcán El Jorullo. En el mes de junio se empezaron a escuchar intensos ruidos subterráneos. Para el mes de julio de ese mismo año los estruendos del subsuelo y los terremotos  se sentían hasta Pátzcuaro. El dueño de la mina de Inguarán, Nicolás Martínez de Aguilera, ordenó la suspensión de los trabajos debido a los derrumbes y la emanación de gases tóxicos. La noche del 28 de septiembre la tierra se abrió con gran fuerza dejando escapar humo, lanzando rocas y arrojando al cielo unas enormes bolas de fuego. La gente de los alrededores del volcán, incluyendo a Poturo, huyeron despavoridos para alejarse de la zona de peligro, abandonando sus casas y no regresaron hasta  meses después. La hacienda  de San Pedro Jorullo quedó devastada.
 
 En 1774 Poturo pasa a ser propiedad de Juan Benito Díaz de Leyva debido a que el dueño de la hacienda de San Pedro Jorullo quedó arruinado por causa de la destrucción que hizo el volcán, y tuvo que venderla en 1774 por la cantidad de 51, 000 pesos. Desde ese entonces Poturo sigue siendo propiedad de Juan Benito Díaz de Leyva y descendientes hasta el año de 1835 en que pasó a manos de José González de Cosío y Leyva, quien residía en Querétaro. La propiedad de este terrateniente se extendía por el norte hasta la estancia de Copales y La Begonia, por el poniente con la hacienda de la Presentación y por el sur con las haciendas de Oropeo y Cutio.
 
BIBLIOGRAFÍA:  
ÁVALOS GONZÁLEZ, ARTURO; Apuntes Históricos de la Huacana, Ensayos y Documentos; México, 2008.
ARCHIVO GENERAL DE LA NACION (AGN), RAMO CIVIL, T. 77, EXP. 12, FF. 89-96. "LA RELACION DE LA HUACANA, MICHOACAN,, DE BALTASAR DORANTES DE CARRANZA, AÑO DE 1605"

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