A los españoles que participaban en las expediciones de conquista se les entregaba una extensión de tierra como recompensa y los indígenas que vivían allí se les obligaba a trabajar para el español a cambio de protegerlos, educarlos y evangelizarlos, a esta política de entonces le llamaban Encomienda. El primer encomendero que recibió todo lo que hoy son los municipios de La Huacana y Churumuco juntos fue Juan Pantoja, quien se estableció en la Huacana en 1528 para administrar estas tierras que le fueron entregadas.
Este primer contacto fue de desventaja para los pobladores originarios pues los barbudos traían enfermedades para las que sus organismos no tenían defensas lo cual significó la propagación de epidemias.
El autor Zárate dice que hubo dos epidemias en esta región de Tierra Caliente de Michoacán, una en 1546 y otra 1575. Dando como resultado la mortandad de la mayoría de los indígenas que vivían en estos lugares.
En el año de 1605, el Conde de Monterrey, virrey de la Nueva España, comisiona a Baltasar Dorantes de Carranza, para que visite la región de La Huacana y haga un censo de la población que había en ese tiempo, para llevar a cabo la política de ese entonces de congregar pueblos, para lo que hace un recorrido desde La Huacana hasta Churumuco pasando por Poturo, y hace una descripción de los lugares donde podría concentrarse la población de los alrededores que era escasa en ese entonces.
Para la visita de este funcionario al parecer Poturo se llamaba Phumacopeo, como lo hace constatar en su informe. Podemos afirmar esto sin lugar a dudas por la descripción que hace y porque menciona que estaba distante de la mina de Inguarán a dos leguas.
La legua era una antigua medida de longitud española que equivalía a cinco mil metros, lo que nos da la distancia que hay desde donde está el actual casco de la hacienda de Poturo hasta las minas de inguarán.
En su informe menciona que el arroyo Grande, que corría todo el año desde El Ojo de Agua se llamaba Puturo. De alguna manera llegó el momento que esta localidad adoptó el nombre del arroyo y el nombre Phumacopeo fue olvidado.
Esta información está basada en el documento de Baltasar Dorantes de Carranza que todavía existe en el Archivo General de la Nación. En este documento describe a Phumacopeo (hoy Poturo) de la siguiente forma: “Sujeto de La Guacana y a seis leguas de su cabecera, donde asiste su beneficiado. Tierra muy caliente y de muchos mosquitos; está en el remate y fin de un llano largo abarrancado por la una parte y por la otra cerros y lomas en una angostura, abochornado entre árboles sin provecho de vista y asiento triste; beben del arroyo Puturo; tienen algunas cementerillas de maíz y algunos platanales; no es pasajero; son 13 tributarios y medio de lengua tarasca; dista tres leguas de Enguarán y dos de la mina. Isósceles la notificación que a los demás.”
En su informe, uno de los sitios donde sugiere que se concentre la población circundante es donde ahora está la localidad de El Ojo de Agua, al parecer todavía no vivía nadie allí, porque no menciona a ningún habitante. Hace la siguiente descripción: “Es en un llano corto prolongado en forma de manga, angosto, y que por alguna parte se ensancha más, todo corto entre picos de grandes cerros muy altos que tienen el dicho asiento en lo profundo y bajo; lleno de muchos palmares silvestres en que se puede dar forma a una población de poca gente; tiene el arroyo grande de Puturo, de agua perpetua; parece ha sido lugar por su disposición y aguas donde estaban las huertas que cita al parecer de Pedro Pantoja en la consulta de Pazcuaro.”
La visita de este funcionario de gobierno se hace poco después de que una epidemia asoló la región, por lo que, desde la Huacana hasta Churumuco solo menciona las siguientes localidades con habitantes: La Huacana con 58 habitantes, Inguarán con 9 habitantes, Phumacopeo (hoy Poturo) con 13 habitantes y Churumuco con 75 habitantes.
Dorantes encuentra en San Martín a solo un habitante, donde poco antes había 51, pero murieron 40 por causa de la epidemia, 10 huyeron a Santiago (un poblado que estaba a dos o tres kilómetros del viejo Churumuco y que tal vez después cambió de nombre o desapareció), quedando solo una persona que sobrevivió a la enfermedad. El hecho de que mencione a una localidad con un solo habitante sirve como referencia para creer que en ese tiempo localidades como Las Juntas, El Olvido, Ojo de Agua, La Candelaria, Flores, etcétera todavía no existían como asentamientos humanos o bien en ese tiempo estaban despoblados.
A lo largo de la historia la humanidad ha tenido que convivir con microorganismos, algunos son benéficos sin embargo los que son patógenos son los que han sido un azote para la humanidad desde tiempos inmemoriales.